En el Tigre, tanto en el continente como en el delta, no existen espacios culturales. Refugio para porteños que huyen de la metrópoli, el Tigre se convirtió para muchos en un lugar, no sólo para hacerse una escapada de fin de semana, sino para vivir. Muchos artistas frecuentan el continente y la isla como una manera de cargar y renovar energías, y desintoxicarse de la metrópoli. Poco a poco se apropiaron (algunos porque fijaron residencia, otros porque van asiduamente) de este lugar y generaron vínculos entre ellos y la gente de la zona. Reflexionar acerca de la relación del arte, la naturaleza y un ida y vuelta con un público potencial de la zona, constituido por familias y niños que nunca pisaron un teatro ni vieron jamás una película en cine, motivó a realizar un trabajo sobre el lugar y con la gente del lugar. Así surgió el Festival de Teatro Isleñoque va por su segunda edición. Blas Briceñomentor de esta propuesta, a fuerza de muchas ganas, trabajo y redes solidarias entre artistas, nos cuenta la idea y concreción de esta segunda edición que tendrá lugar el sábado 24 de octubre.

-¿Cómo surge la idea de realizar un festival en una isla del Tigre?

-Buscamos hacer un cruce del arte dramático con una geografía única, trazada por su belleza, costumbres e historias. Creemos que la fuerza del delta potencia la creación artística, provocando en el actor y el espectador distintos modos de vínculo con el material escénico e imprime a toda la experiencia una bella singularidad poética. Un modo de expresión liberado de las condiciones escenográficas de una sala teatral. Vemos también en esta propuesta la posibilidad de mostrar, a través de la percepción que libera el arte, paisajes y vivencias propias de estas islas, que escapan a la mirada habitual. La experiencia del "Primer Festival de Teatro Isleño" (15 de noviembre de 2008) fue extremadamente grata. Se montaron diez escenas en una jornada que empezó a las cuatro de la tarde y terminó a las tres de la mañana. Pensamos, entonces, esta segunda edición como un nuevo encuentro de disfrute y contacto con el río y sus parajes, una experiencia de comunión artística. Para eso hay grupos de artistas en pleno trabajo de investigación y desarrollo de propuestas creadas o adecuadas a este espacio. La participación está abierta a nuevas creaciones y lenguajes (música, danza, artes plásticas).

-¿Qué relación tiene el delta con tu vida?

-Es un proyecto que fui desarrollando en los últimos seis años. Tiene su origen en que nací en Concordia, ciudad muy cercana al río y siempre me tiró estar cerca de él. Hace varios años vine, como todo adolescente, a estudiar a Buenos Aires y en algún momento comencé a extrañar profundamente la naturaleza. Lo que hice fue empezar a desarrollar un proyecto vinculado a la tierra y el agua y el Tigre es ideal en este sentido. Es un espacio que queda a 45 minutos de lancha colectiva y 15 si vas por la lancha que sale de la guardería del Tigre. El Carahuata es un río que tiene la ventaja de no estar muy vinculado al circuito turístico de fin de semana y que, a la vez, está muy cerca, para empalmar y viajar hacia el centro. Pude concretar la compra de un terreno (una isla) de 16 hectáreas y me puse a desmontarlo para poder plantar y hacer un dique, para que no entrara el agua y se inundara. En este espacio el sol daba al amanecer. Entonces armé una lagunita atrás y eso abrió el espacio para una mirada distinta, de interior, no tan de costa. La tierra que sacamos de la laguna sirvió para dar altura al lugar de la costa. De este modo la casa quedó bastante elevada y así evité la presencia periódica de inundaciones. Planté álamos. Después comencé con el proyecto de hongos y hasta puse un vivero. Luego empecé a traer gansos, sapos, patos. Pero nada de esto tiene un fondo comercial, sino que es un proyecto autosustentable. La idea es que pueda organizarse con los recursos que genera. No tener un beneficio comercial, pero que tampoco que sea un gasto enorme, sino que se armonice para que no genere perdida.

-¿Qué producen?

-Tenemos la huerta, tenemos 40 huevos diarios que se venden a la gente que vive en la zona. Hay pavos, tres tipos de patos, gallinas y faisanes. Cosechamos mimbre, lo secamos, lo pelamos y ahora lo estamos vendiendo. Estuve viviendo un año aquí y empecé a establecer un lugar donde se pudiera vivir y que no impidiera el desarrollo de mi otra actividad laboral: una empresa de software.

-¿Cuál es tu vínculo con el teatro?

-Yo había hecho teatro en la adolescencia, e incluso había hecho algunas presentaciones con mi grupo de teatro de Concordia en otros lugares del país. Exactamente en paralelo con el inicio del desarrollo de la isla comencé a retomar las clases de teatro.

-¿Hay algo de la crisis del 2001 que te sirvió para encarar este proyecto?

-Sí, hay algún vínculo. Tengo una empresa que desarrolla software y, de hecho, esos años, paradójicamente, fueron muy buenos para nosotros. Veníamos madurando un desarrollo de nuevos productos que se completó en esa época y por suerte teníamos una buena situación financiera, sin deudas. Teníamos una buena posición para competir en mejores condiciones que otros que se fueron a pique. Conjuntamente con eso y como el país estaba en plena crisis, comenzamos a pensar en un futuro distinto. Nos fuimos a España con mi ex mujer, luego a Brasil y terminamos en el Tigre. En ese momento tomé la decisión de quedarme acá y pelearla desde acá. En lo personal, necesito lo urbano de Buenos Aires y también lo rural de mi Concordia natal. Concretamos una forma de vida donde en 25 minutos estamos en un lugar mágico y podemos volver a trabajar en la ciudad. En esa misma época retomé el teatro: Primero tomando cursos y después el teatro tomó más y más tiempo de mi vida. Estudié con Darío Levy y desde hace tiempo entreno con Pompeyo Audivert. Armamos un grupo con la gente del estudio y dijimos: ¿Por qué no probar hacer estos trabajos en la isla? Ese proyecto de un grupo fue creciendo y quisimos que participara más gente y más espectáculos. La gente de teatro se empezó a enganchar con esta idea. Susana Pampin (que alquilaba una casita por el Carahuata), Alfredo Martín, Damián Dreizik y Vanesa Weinberg que viven en el Tigre. Y así todos se prendieron y se armó la grilla del primer festival de un día que se realizó el año pasado.

-¿Cómo fue la experiencia del Primer Festival Isleño?

-Fue maravilloso. En principio no teníamos la menor idea de cómo iban a funcionar los espectáculos en este espacio, porque es un lugar que no está preparado para el público y la idea era validar que este espacio funcionara para alguien más que para amigos. Pusimos un cupo máximo de doscientas personas. Todos los espectáculos eran al aire libre y en diferentes espacios de la isla. Hay cuatro hectáreas que están parquizadas (quiero decir que no tienen monte) y se pueden transitar. Las escenas se montaron en el vivero, en el corral, donde están los hongos y en la laguna. Cada una encontró su lugar. El público recorría un circuito muy largo. La idea era que la gente primero se vinculara con el espacio y después con lo teatral. Lo que sucedió con los espectáculos fue mágico y muy disfrutado. El lugar amalgamó también la expectativa de la gente para posicionarse más para el disfrute que para la crítica. No sé si la calidad de los espectáculos fue muy buena, pero el hecho artístico en sí fue muy disfrutado. En este Primer Festival los artistas eran de Buenos Aires y se trabajó con cero producción desde la puesta, favorecida ésta por el espacio natural. Esta actividad duró once horas. Fue semipúblico, porque los espectadores que vinieron eran invitados de los artistas y gente de la isla. Lo más interesante o significativo fue que se realizaron doce escenas y que la gente iba corriendo para no perderse ninguna. No era que paraban y se quedaban por ahí comiendo en la parrillita que montamos, sino que todo el mundo salía a mirar la próxima.

-¿A los artistas esta experiencia les propuso algo nuevo en términos estéticos?

-Justamente. Hubo varios descubrimientos en lo artístico. El primero tuvo que ver con la cercanía con el público, el cambio con la matriz sala/escenario, silla/escenario. La cercanía del artista aquí es mucho mayor. Lo que se rompe es la estructura y eso ya modifica la propuesta. En la puesta se limpiaban ciertos prejuicios. Fue todo muy favorecedor de lo que se veía. Después, el hecho de estar en un marco natural da muchas más posibilidades que las que da un escenario en una sala.

-¿De que manera se vincularon con la gente de la zona?

-Se contactó conmigo una persona que está recuperando una escuela abandonada en la isla, que junto con otras personas armó una ONG, Comunitario Carahuata. A través de esta ONG se realizan algunas actividades culturales con chicos de la isla. Comenzamos a recuperar este espacio con un propósito social. El espacio es increíble: una escuela de 1870, con una pinotea hermosa, que estaba totalmente abandonada. Estamos trabajando en recuperar algo de la estructura del lugar. Los chicos que viven por acá están muy abandonados de todo y tienen situaciones realmente muy difíciles en todos los aspectos. Se dan clases de huerta orgánica, de inglés, de teatro con Vanesa Weinberg. Y yo me propuse pasar cine, ya que nunca vieron cine. Hace poco hicimos un evento: La fiesta de cumpleaños de todos los chicos, porque allí no se acostumbra festejar los cumpleaños y los niños jamás habían tenido una fiesta de esas características. En agosto festejamos el cumpleaños de todos los chicos que cumplen en julio y agosto junto a sus familias.

-¿Cuáles son las ideas para este Segundo Festival Isleño, después de la primera experiencia?

-Este año decidimos hacer una convocatoria más amplia y nos propusimos vincularnos con la gente del lugar. Dejar de ser una fauna de porteños que va de joda a la isla, para pensar en producir un vínculo no sólo con el lugar, sino con la gente del lugar. Lo primero que hicimos es buscar gente que trabajara en el Tigre. Nos vinculamos con Damián Dreizik y Vanesa Weinberg que viven allí. También nos vinculamos con Santiago Vázquez (el percusionista de la Bomba del Tiempo) que alquila una casa por aquí enfrente. Por lo general, los artistas que participan están relacionados con estudios como los de Ricardo Bartis, Pompeyo Audivert o Cristina Banegas. Ésa es la línea por donde vienen los trabajos que traen un tipo de teatralidad. Sostuvimos esta línea estética y de pensamiento sobre el teatro. Trabajamos con artistas profesionales y gente que esta probando cosas en estos estudios. La referencia es la gente que conocimos en estos ámbitos, pero también es dar un espacio a gente que tiene propuestas que todavía no están lanzadas y a gente que ya está afianzada y que lo que busca son otros canales y otras maneras de encontrarse.
La idea de este año fue hacer trabajos que tuvieran que ver o en los que resonaran temas relacionados con el río y la naturaleza. Hay una línea que está quedando en función de esto, menos heterogénea que el año pasado. Lo que pensamos es que la proporción artista-público queremos mantenerla: un artista, cuatro espectadores. Hoy hay más de trescientas personas dispuestas a venir. Cada artista vende las entradas y el resto sale al público en general. Lo otro que pensamos es que el festival no esté volcado sólo al teatro, sino que haya otras propuestas como escultura, murales para niños, música, instalaciones, cine y talleres para los chicos del Comunitario Carahuata. Los de la ONG se ocuparán de la comida para que todo lo que entre por allí sea para el arreglo de esta escuela.

-¿Buscaron apoyo económico para este festival?

-No. Es producción propia. Además, la idea no es hacer guita. El festival está planteado, más bien, como una quijotada. Por esta razón se hace en un solo día. Es un trabajo generoso de parte de la gente que se involucra. Se puede suspende por lluvia, pero dependerá de qué tipo de lluvia sea. Avisaremos en la página ese día a la mañana. Si se suspende quedara para el otro fin de semana.

-¿Qué proyectos tienen a futuro?

-La idea para el año que viene es que la escuelita se transforme en una sala regular en la que haya trabajos tanto de espectáculos como talleres en el día y a la tarde. En Tigre no hay espacios teatrales en el continente y mucho menos en la isla. Queremos integrar a la comunidad, que se produzcan vínculos. No queremos ser excéntricos sino ex -céntricos. Traer un público rural, no sólo urbano. En este sentido, la apuesta es muy radical, porque implica abrirse a un público que no va a ver nada. Por eso todo está planteado para que se dé el encuentro.

 

Información general sobre el Festival y cómo acercarse:

Desde la estación fluvial de Tigre, el sábado 24, a las 14:00, salen lanchas precontratadas hacia la isla Lagunita. También se puede llegar por agua directamente, en ese caso a las 15:00. El regreso se hará escalonadamente a partir de las 24:00 horas y hasta las 02:00 de la mañana, también a la estación fluvial. Habrá posibilidad de contratar lanchas particulares para el regreso a tarifas preferenciales. Y durante la tarde habrá otras lanchas colectivas para ir y volver. Hacia Capital pasan los colectivos línea 60, entre otros.
El lugar es un parque abierto, donde la gente podrá disfrutar del verde entre las escenas. Habrá una cantina disponible para comer y beber a precios muy accesibles. Se recomienda llevar una manta o un banquito donde sentarse, repelente de mosquitos, y abrigo para la noche. Costo y reserva: Hay un bono contribución de 20 pesos por el ingreso al festival. En caso de venir en las lanchas colectivas precontratadas, se suma al costo 25 pesos más. La reserva debe hacerse al teléfono 4103.2121 en horario comercial, o por mail a festival@haydrama.com. Dado que los lugares son limitados, sugerimos hacer las reservas lo antes posible. No estarán disponibles para adquirir el día del evento.
Ante situaciones climáticas adversas, se informará la suspensión el mismo día 24, por la mañana, en el sitio http://www.haydrama.com/, postergándose el festival para el 31 de Octubre, en iguales condiciones.

Programación general:

14:30 Recepción: con Polaco Sunshine y Robustiano Rey, por Martín Policastro / 15:15 Tigranes en el ring/Apariciones sutiles: para niños y toda la familia, por grupo Sutil Intensidad, dirigido por Vanesa Weinberg / 16:00 Presentación: Alejandro Ini / 16:15 El Mirador: creación colectiva, con Ramiro Aguero, Mijal Kacowicz, dirigida por Ramiro Lehkuniec / 17:00 El Mal del Sauce: de y con Damián Dreizik /17:30 Santiago Vázquez: concierto de Mbira. / 18:15 Maniobras públicas, por Jorge Sánchez, con Morgane Amalia, Marta Cuenca, Sol Schiller, Nicolás Espinosa, Isabel Sala, Lautaro Mackinze, José Dondo, sobre textos de Manuel Puig / 19:00 Un Leve Dolor, de Harold Pinter, dirigida por Hugo Men, con Mariana Viscussi y Mario Rebecca / 20:00 Trío Bataraz: Canción Animé / Psicobilly / Happy Hardcore / 20:45 Río Alamo: Música norafricana / 21:30 El Punto Fijo, de H.Men, con Juan Lange, Rubén Parisi y Blas Briceño / 22:00 Invocación (isla en la noche), de y por Christian Lange, con Silvia Dietrich / 22:30 Polaco Sunshine: sombras sobre sombras / 23:15 Conjunto Decir: Federica Presa y Sofía Boscacci por Ianina Mónaco sobre textos de Marosa Di Giorgio / 24:00 Las Pizarnik, de y por Grupo Mínimo. Con Emiliano Formia, Cristián Jensen, Hernan Franco, Facundo Livio Mejias, Juan Isola / 24:30 El Gaucho Zen, por Martín Policastro / 01:00 Grupo Tzunga Fogón Happening con escultores / Escultores y pintores: Darío Chapur / Alberto Sassani /Hernán Ventura / Federico Klarich / Fabio Alberti / Casiano León.

http://www.alternativateatral.com/ficha_evento.asp?codigo_evento=854

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