En estos días estuvo visitándonos Myrna Gil Quintero, integrante de Comuna Baires, grupo teatral que el año que viene cumple 40 años y quiere festejarlos en Argentina.
Un 5 de mayo de 1969 nacía en San Telmo Comuna Baires, liderado por Renzo Casali, Liliana Duca y Antonio Llopis. Entre otras cosas, lo que tenía Comuna Baires en ese entonces era una revista, "Teatro ‘70", una de las primeras publicaciones de un grupo de teatro argentino. Era una referencia para todos los que hacían teatro independiente. Escribía en ella gente del grupo, así como autores inéditos (la primera publicación de Aldo El-Jatib Amato fue allí), hubo entrevistas a Jerzy Grotowski, al Living Theater, etc.
Trabajando con obras de fuerte contenido político, la Comuna fue elegida para representar a la Argentina en el Festival de Nancy del ‘72 con Water Closed. Así fue como embarcó hacia el viejo continente, en donde las dos semanas se transformaron en diez meses de gira. "Aquí se quedó un pequeño grupo - nos cuenta Myrna Gil Quintero, con un acento bastante indefinible, a medio camino entre su venezolano de origen y su italiano de adopción - que empezó a incorporar más personas. Y cuando los que habían partido de gira regresaron de Europa, a principios del ‘73, Renzo se encontró con un grupo mucho más grande, con un montón de gente que nunca había conocido. Al final eran como 40. El tema es que tres meses después de volver, les llegó una amenaza telefónica en la que les dieron un mes de tiempo para dejar el país. Ante este peligro, se terminaron yendo 38 personas a Italia, gracias a unos pasajes que les consiguió un grupo de teatro italiano con el que se habían relacionado durante la estadía europea".
-¿Tenían mucho activismo político? ¿Eran militantes?
-No. Justamente Renzo, por entonces, recibía pedidos políticos de todos los partidos para incorporarlo, para que hiciera eventos o charlas, pero él siempre lo evitó.
Lo que pasa es que el teatro, cuando busca la verdad, es siempre político.
Igualmente, a Renzo siempre le quedó la duda de si había sido una broma o una amenaza verdadera. En el ‘95, cuando abrieron los archivos de la "Operación claridad", y los de todo ese período en general, salió a la luz la lista de la gente declarada (sic) a muerte. Y ahí está "Renzo Casali. Motivo: director de teatro". No era por motivos políticos.
El grupo se disolvió porque, cuando llegó a Europa, la escena era bastante trágica: 38 personas, sin familia, en un país extranjero, obligados... Mantener un grupo no es fácil, y en esas circunstancias es trágico. Así que finalmente el grupo se disolvió por completo. Pero Renzo empezó de cero otra vez, en Milán.
Le llegó una invitación para presentar Water Closed en Polonia, recompuso la obra con un nuevo elenco, y así empezó una historia nueva. En Polonia conoció a un grupo sueco que lo invitó al elenco a ir a su país, y así siguió. Es más: muchas veces estrenaban en Estocolmo antes de hacerlo en Italia. En un tiempo Renzo trabajó con Eugenio Barba, pero el tema es que él pide afiliaciones y Renzo siempre quiso independencia. No quiso dejar Comuna para ser Odin Teatret.
- ¿Cómo entraste vos al grupo?
-Entré con un taller de escritura teatral que daba Renzo, pero yo no tenía nada que ver con el teatro. Mi formación es científica pura. Química. Hacía investigación en una multinacional, hasta que me cancelaron el proyecto. Y para mí, la investigación era la vía para desarrollar mi creatividad. Cuando me lo cancelaron tuve una crisis, porque no sabía qué hacer. Traté de pasar a otros repartos de la multinacional y mientras tanto, en coincidencia, había empezado a hacer la escuela de teatro. Comuna Baires me abrió otro mundo de humanismo, de arte y me conquistó. Sobre todo por la elección ética. Comuna Baires propone hacer un mundo mejor, a partir de lo que cada uno sabe hacer, en este caso, teatro. El teatro como conocimiento antropológico del mundo y de los seres humanos. Tanto es verdad, que tiene un modo muy particular de hacerlo: para Comuna Baires, el teatro no es sólo lo que transcurre en el escenario. Es como si fuera un espectáculo en tres actos. En el primer acto las personas llegan al teatro, compran el boleto y entran en un lugar de convivencia donde ya empieza el espectáculo. Porque hay una situación teatral con personajes, que a lo mejor no los verás en escena, pero son personajes también. De algún modo están relacionados con la metáfora. Después pasan a la sala donde está el espectáculo en sí. Y finalmente vuelven a la primera, en donde la idea es comer juntos, discutir la obra, hablar, crear relaciones.
-Como un teatro foro.
-Sí, pero no estás obligado a quedarte. Sin embargo, a la gente le gusta quedarse, hablar, comentar, comer. Nuestra especialidad es la pizza
-Esta relación con la comida, en Buenos Aires la vemos bastante. E incluso, en el último Festival Internacional de Teatro, el Théâtre du Soleil trabajó con este punto. ¿Ustedes cocinan lo que comen los espectadores?
-Claro. El que hace la pizza es un actor. Termina el espectáculo y va a la cocina. El resto de los actores son los camareros. Esto nadie lo hace en Italia, sólo nosotros. En Italia el encuentro con el teatro es frío. Tú vas a la boletería y esperas afuera. Después sales, y ya. No hay otra relación.
Pero como te decía, gracias a Comuna Baires dejé la investigación y me quedé en el teatro. Y algo personal mío era que, un lugar que me había cambiado tanto la vida, yo quería que lo conociera más gente. Entonces Renzo, que era mi maestro, me dijo: "Yo creo que tú puedes dedicarte a la promoción y a las relaciones públicas del grupo". Yo nunca lo había hecho... y así fue cómo me incorporé al grupo. De esto hace más o menos 10 años.
- Y sos de las más nuevas
-Sí. Entré como alumna en 1996 / 1997 y como parte del grupo en el ‘99 / 2000.
- ¿Cómo se incorpora la gente al grupo?
-Por la escuela de teatro. Por lo general, los actores no son profesionales. Entonces tenés gente grande, que hace 20 años que está, trabajando con gente que tiene 5 años y que acaba de entrar a la escuela. No se hace diferencia. Es una elección que haces tú, se da de manera natural. Y después se confirma en el trabajo.
La estructura de Comuna Baires es como una cebolla: un corazón y capas concéntricas que se añaden, todas igualmente importantes. Los que integran el corazón, son los que se comprometen más desde el punto de vista de la economía. Un grupo de teatro independiente, necesita de una economía; y en este momento somos 8 personas las que nos comprometemos al 100% para mantenerla.
-¿Qué significa comprometidos al 100%? ¿Viven ahí, trabajan ahí...?
-Inicialmente, en la historia de Comuna Baires, la gente del grupo vivía junta y tenía una economía comunitaria. Con el tiempo esto cambió y hoy no vivimos juntos, cada uno tiene su casa, pero la verdad es que estamos en el teatro día y noche; y además sí conservamos la economía comunitaria. Los integrantes del grupo producen para mantener la estructura y para poder mantenernos económicamente. Luego distribuimos en función de las necesidades de cada uno: no es lo mismo la gente que tiene hijos que la que no.
Hacemos un montón de actividades que nos permiten sostener la estructura, y por lo general las actividades públicas son por la tarde y por la noche. Talleres, seminarios, la pizzería, la escuela de tango, de escritura, eventos. Todos hacemos muchos roles, como la formación de la Bauhaus; el trabajo es en todos los niveles: el actor actúa arriba del escenario, pero después también se encarga de la caja del bar, de dar clases a la tarde o de cambiar las lamparitas quemadas.
-Hacen funciones una sola vez por semana ¿no?
-Y a veces también durante la semana, en las escuelas, cuando nos llaman.
-Entre otras cosas, para sostener económicamente el espacio, armaron una milonga ¿Cómo surgió la idea de una milonga en Milán?
-La milonga me la inventé yo. Pensé que en Comuna Baires no podía estar ausente el tango. En Milán, como en toda Europa, hay muchos argentinos; y yo me encontré con uno que es maestro de tango. Le dije que viniera a dar clases. Vino, vio el lugar, empezamos lentamente y ¿por qué no hacer una milonga? Conocí a un DJ argentino que se sumó al proyecto y así empezó, más o menos en 2005, tímidamente. Porque hay otras milongas en Milán. Y la verdad es que se convierte en un evento teatral.
La milonga es el viernes. El bar-pizzería, se transforma en un bar-pizzería argentino, e incorporamos comidas argentinas: empanadas, milanesa con papas, milanesas napolitanas, la faina, vino argentino. Y la gente viene. Elige venir a comer antes y después va a la milonga. Y nos va tan bien que nos inventamos algo para el lunes. El lunes hay milonga, pero de tango nuevo: tango electrónico como el Gotan Project, Bajofondo, etc. Es un DJ muy creativo. El proyecto ha crecido tantísimo, se ha convertido en una de las milongas más frecuentadas de Milán. Me mandaron un mensaje diciendo que ayer hubo 300 personas.
-¿Hay una transferencia de público de la milonga al teatro?
-Es lo que estamos tratando de hacer: contaminarlos. Porque, por lo general, al tanguero italiano no le interesa mucho el teatro. Hacemos un sorteo de entradas para el teatro al día siguiente y así vamos contaminando.
-¿Qué capacidad tiene la sala?
250 personas.
-¿Llenan?
-Sí. No siempre, pero sí.
-¿Estuvieron siempre en la misma sala?
-Tuvimos 20 sedes. Ésta es la número 21. Tuvimos que mudarnos, porque nos desalojaban por problemas de dinero. Es que nosotros no recibimos ningún subsidio, porque si recibís subsidio ya no sos independiente, ¿no? Y para nosotros el espacio es la identidad de un grupo. La última vez hicimos un movimiento, por el cual nos conoció todo el mundo. Dijimos: al final, estamos siempre en alquiler, intentemos comprarla. Nos pedían un millón de euros. Quisimos pedir un préstamo al banco, pero no nos lo dieron, porque no teníamos un aval. No sé cómo funciona en Argentina, pero por lo general los bancos dan préstamos a quienes no los necesitan. Y entonces dije: un millón de euros... yo voy a encontrar a un millón de personas por la calle y a cada una le voy a pedir un euro. Así hicimos una campaña: "Un euro por un ladrillo para el teatro". Y nos daban. Hicimos una especie de murga, que allá nadie hace. Recaudamos 170 mil euros. No nos sirvió para comprar la sede vieja, pero sí para refaccionar y convertir en un teatro la sede nueva, que era una fábrica de puertas.
-El año que viene el grupo cumple 40 años y quiere festejarlo acá, en el país que nació ¿Qué espectáculo piensa traer?
-Memorias de un viejo cerdo. Los espectáculos los hacemos siempre en español y en italiano; y éste lo estrenamos en español en Ecuador en 2007 y en italiano en Milán, en 2008. Está ambientado en la Segunda Guerra Mundial, entre un nazi y un checoslovaco. Está basado en un caso real, que se publicó en el libro Reportajes al pie de la horca, de Julius Fucík, que se lee durante el espectáculo. Contamos el 1900 como un siglo de movimientos políticos, artísticos y por supuesto muchas contradicciones. Los espectáculos de Comuna Baires siempre tienen una relación muy estrecha con la historia.
-¿Cuál es la estética del grupo? ¿De qué manera trabajan?
-Renzo tiene una formación de teatro en la universidad de Praga y con el Actor's Studio. Enseña "El Método", pero la idea del actor que tiene es más cercana a la de Vsevolod Meyerhold, del actor creador. Renzo escribe una obra, se la da a los actores, éstos la trabajan en escena y, en base a la propuesta escénica, vuelve a escribir. Es decir que trabaja con la idea del actor - autor. Cada actor tiene que ser responsable de su arte, del personaje que construye. El autor le da un esbozo, como en la commedia dell´arte (de la cual también trabajamos el criterio de espacio circular). No es un actor que interpreta un papel, sino uno que construye un papel. Tanto es así, que el actor presenta, no representa. Se presenta a sí mismo. Todos los personajes están dentro de ti, sólo hace falta que los busques.
La visión de la antropología teatral que maneja Renzo, tiene más que ver con una manera de llegar, de conocer a las personas. Es otra manera de ver la antropología, no como mezcla de culturas, a la manera del Odin.
-Si tuvieras que pensar en referentes teatrales de Comuna Baires ¿quiénes serían?
-Peter Brook, por su noción del espacio; y además es un referente como maestro. Históricamente, Konstantin Stanislavski, Vsevolod Meyerhold, Antonin Artaud, Edwin Piscator, Tato Pavlovsky, Harold Pinter, el Living Theatre. Recuerdo cuando Pinter recibió el premio Nobel hace un par de años, dijo en el discurso que para él el teatro en Europa estaba muerto, que no iba a hacer más teatro, pero que iba a usar lo que había aprendido en él para salvar al mundo. Esa visión es muy cercana a la nuestra.
-¿Ustedes también piensan que el teatro europeo está muerto? De ser así, ¿cuáles son esos signos de muerte?
-No puedo describirlo, pero lo hemos verificado personalmente. No es lo mismo cuando hacemos el mismo espectáculo en Milán, en Ecuador, o aquí mismo en Argentina. El espectador es un espectador vivo, que te hace sentir. Es difícil de explicar.