Soy actriz y directora de teatro. Mido un metro y medio.
El año pasado comencé a ensayar este monólogo que se llama Ana María estuve pensando a pesar mío. Es de Soledad González,
una dramaturga cordobesa. Antes, en el 2004, el texto fue seleccionado como Obra ganadora en el Concurso de monólogos Solos y Solas del Centro Cultural España-Córdoba y la revista El Apuntador. Nunca fue representado en Buenos Aires. Ahora es mi obra y a partir de ese encuentro comienza a tomar forma. La puesta en escena es pequeña, transportable, minúscula. Trabajo un concepto/idea de teatro itinerante; un material concentrado en su mínima expresión. Quiero moverme con mi obra. Llevarla a otros lugares. Moverla como un juguete. En mi búsqueda de un teatro mínimo, pero no carente, presento este texto de corta duración (casi unos 30 minutos), con pocos elementos, elegidos cuidadosamente y con una intención estética sencilla y equilibrada. Me sumerjo en este texto un poco absurdo como una reinterpretación de la mirada del otro. Del hartazgo y la necesidad de ser vista.
De las contrariedades que me aparecen cuando lo hago y como una analogía, un poco ambigua, entre el mostrarse y la fragilidad del cuerpo femenino. Con el hartazgo y la necesidad como fuerzas que se oponen y mi búsqueda actoral en el medio. Soy Lucía Márquez.
Soy actriz y directora de teatro. Mido un metro y medio.
El año pasado comencé a ensayar este monólogo que se llama Ana María estuve pensando a pesar mío. Es de Soledad González,
una dramaturga cordobesa. Antes, en el 2004, el texto fue seleccionado como Obra ganadora en el Concurso de monólogos Solos y Solas del Centro Cultural España-Córdoba y la revista El Apuntador. Nunca fue representado en Buenos Aires. Ahora es mi obra y a partir de ese encuentro comienza a tomar forma. La puesta en escena es pequeña, transportable, minúscula. Trabajo un concepto/idea de teatro itinerante; un material concentrado en su mínima expresión. Quiero moverme con mi obra. Llevarla a otros lugares. Moverla como un juguete. En mi búsqueda de un teatro mínimo, pero no carente, presento este texto de corta duración (casi unos 30 minutos), con pocos elementos, elegidos cuidadosamente y con una intención estética sencilla y equilibrada. Me sumerjo en este texto un poco absurdo como una reinterpretación de la mirada del otro. Del hartazgo y la necesidad de ser vista.
De las contrariedades que me aparecen cuando lo hago y como una analogía, un poco ambigua, entre el mostrarse y la fragilidad del cuerpo femenino. Con el hartazgo y la necesidad como fuerzas que se oponen y mi búsqueda actoral en el medio. Soy Lucía Márquez.
Soy actriz y directora de teatro. Mido un metro y medio.
