Esta historia nos remonta a la época en que Jesús de Nazareth estaba por comenzar su misión en la tierra.
Los hechos ocurren en la ciudad de Jerusalén, dominada por el Imperio Romano; y se desarrollan, más precisamente, en dos lugares de un mismo palacio: una cárcel, donde se encuentra arrestado Juan, el Bautista, y los aposentos de Herodes Antipas (Rey de Judea y Tetrarca de Galilea), donde se prepara un banquete.
Todo sucede durante el atardecer y la noche de un solo día.
Herodes, es colocado en este sitio político, por su padre, Herodes, El Grande.
Está junto a él, la reina Herodías, su mujer.
Esta había sido su cuñada, pero abandonó al hermano de Herodes, para convertirse en la mujer de este, y por lo tanto, en reina de Jerusalén.
En este momento, aparece Juan, llamado el Bautista.
Este, proclamaba la palabra de Dios, y la llegada del Mesías, atacando la crueldad y las bajezas de los que dominaban el pueblo.
Las traiciones y la codicia de Herodías, eran conocidas por todo el reino.
A su vez, Juan la enfrenta públicamente, tratándola de prostituta, entre otras cosas.
Conminándola por haber abandonado a su marido y ser la amante de su cuñado, sumado a esto, que todo era movido por su desmedida ambición.
Ante esto, Herodías se enfurece con Juan, y trata de persuadir a su marido para que lo haga desaparecer de cualquier forma.
Pero incluso con su poder, esta no logra nada, lo cual la irrita aún más.
Herodes, teme a Juan, ya que era seguido por miles de fieles y lo sabía un hombre de Dios; matarlo le aparejaría consecuencias nefastas, tanto políticas como religiosas.
Entonces, para dejar de escuchar a su mujer, que lo atormentaba, toma la decisión de encerrarlo en una fosa del palacio.
El, pensaba así, solucionar de manera menos drástica, su problema.
Herodías, tenía una hija, llamada Salomé. Una bella joven, influenciada por la maldad de su madre; que junto a su entorno, que no la ayudaba, la convertían en una persona falta de valores éticos y de sentimientos hacia el prójimo.
Era, en algún lugar, peor que su propia madre. Todos la conocían por su belleza y su maldad. Ella solía utilizar a las personas para su placer y conseguir lo que quería.
Una noche, Salomé es invitada a la fiesta de cumpleaños de su padrastro Herodes, que sentía un deseo inocultable e irresistible hacia ella, al punto de desear hasta poseerla. Por ésta obsesión, él buscaba siempre tenerla cerca, y esa noche no sería la excepción.
Herodías no era ajena a esto, de manera que aborrecía cada vez más a su marido, al ver que la situación que ella vivía, ante él mismo y ante el propio reino, se desvanecía más y más.
Salomé, había escuchado entonces, al Bautista que gritaba desde su prisión constantemente. Escuchaba cosas extrañas para ella, entre ellas, el amor a Dios, la justicia, el bien. Intrigada, logra conocerlo, y sólo este hecho termina enamorándola. Solamente faltaba verlo, para que ese "hombre nuevo" la conquistara. Así, ella experimenta por primera vez el amor; y como toda primera vez, intensa y pasionalmente, mezclando todo lo bueno y lo malo de sí misma. Es un amor equivocado, que tiene un acercamiento corto pero fuerte.
Al escuchar a Juan, Salomé, vibraba como nunca lo había hecho, ingresando nuevos sentimientos a su mundo. Pero él, a pesar de una cierta "atracción", la rechazaba; ya que su amor tan especial y espiritual, no llegaba a ser quebrado por nada que tuviera que ver con lo terreno.
Este es el principio del fin de la historia de Salomé, que jamás había sido rechazada. Esto, la supera, la obsesiona, alimentando un fuerte viento de crueldad y locura, que converge sin piedad contra Juan.
Salomé, va a la fiesta y Herodes le pide que baile para él. Este, al dejarse llevar por su pasión y su borrachera, le promete a cambio lo que ella quiera. Baila, y al terminar y sin dudar, le pide la cabeza del Bautista en una bandeja de plata, ante los ojos atónitos de todos y los de placer y asombro de su madre.
Herodes temeroso, con odio, pero ante la promesa hecha, cumple.
Salomé, al ver lo que hizo su perversión, entra en un estado de locura extremo, por su error, por el amor equivocado, por su vida equivocada, por la falta de amor que siempre sintió, y por la soledad, que como siempre era lo único que había a su lado, dejándose llevar hacia un trágico final.
Los hechos ocurren en la ciudad de Jerusalén, dominada por el Imperio Romano; y se desarrollan, más precisamente, en dos lugares de un mismo palacio: una cárcel, donde se encuentra arrestado Juan, el Bautista, y los aposentos de Herodes Antipas (Rey de Judea y Tetrarca de Galilea), donde se prepara un banquete.
Todo sucede durante el atardecer y la noche de un solo día.
Herodes, es colocado en este sitio político, por su padre, Herodes, El Grande.
Está junto a él, la reina Herodías, su mujer.
Esta había sido su cuñada, pero abandonó al hermano de Herodes, para convertirse en la mujer de este, y por lo tanto, en reina de Jerusalén.
En este momento, aparece Juan, llamado el Bautista.
Este, proclamaba la palabra de Dios, y la llegada del Mesías, atacando la crueldad y las bajezas de los que dominaban el pueblo.
Las traiciones y la codicia de Herodías, eran conocidas por todo el reino.
A su vez, Juan la enfrenta públicamente, tratándola de prostituta, entre otras cosas.
Conminándola por haber abandonado a su marido y ser la amante de su cuñado, sumado a esto, que todo era movido por su desmedida ambición.
Ante esto, Herodías se enfurece con Juan, y trata de persuadir a su marido para que lo haga desaparecer de cualquier forma.
Pero incluso con su poder, esta no logra nada, lo cual la irrita aún más.
Herodes, teme a Juan, ya que era seguido por miles de fieles y lo sabía un hombre de Dios; matarlo le aparejaría consecuencias nefastas, tanto políticas como religiosas.
Entonces, para dejar de escuchar a su mujer, que lo atormentaba, toma la decisión de encerrarlo en una fosa del palacio.
El, pensaba así, solucionar de manera menos drástica, su problema.
Herodías, tenía una hija, llamada Salomé. Una bella joven, influenciada por la maldad de su madre; que junto a su entorno, que no la ayudaba, la convertían en una persona falta de valores éticos y de sentimientos hacia el prójimo.
Era, en algún lugar, peor que su propia madre. Todos la conocían por su belleza y su maldad. Ella solía utilizar a las personas para su placer y conseguir lo que quería.
Una noche, Salomé es invitada a la fiesta de cumpleaños de su padrastro Herodes, que sentía un deseo inocultable e irresistible hacia ella, al punto de desear hasta poseerla. Por ésta obsesión, él buscaba siempre tenerla cerca, y esa noche no sería la excepción.
Herodías no era ajena a esto, de manera que aborrecía cada vez más a su marido, al ver que la situación que ella vivía, ante él mismo y ante el propio reino, se desvanecía más y más.
Salomé, había escuchado entonces, al Bautista que gritaba desde su prisión constantemente. Escuchaba cosas extrañas para ella, entre ellas, el amor a Dios, la justicia, el bien. Intrigada, logra conocerlo, y sólo este hecho termina enamorándola. Solamente faltaba verlo, para que ese "hombre nuevo" la conquistara. Así, ella experimenta por primera vez el amor; y como toda primera vez, intensa y pasionalmente, mezclando todo lo bueno y lo malo de sí misma. Es un amor equivocado, que tiene un acercamiento corto pero fuerte.
Al escuchar a Juan, Salomé, vibraba como nunca lo había hecho, ingresando nuevos sentimientos a su mundo. Pero él, a pesar de una cierta "atracción", la rechazaba; ya que su amor tan especial y espiritual, no llegaba a ser quebrado por nada que tuviera que ver con lo terreno.
Este es el principio del fin de la historia de Salomé, que jamás había sido rechazada. Esto, la supera, la obsesiona, alimentando un fuerte viento de crueldad y locura, que converge sin piedad contra Juan.
Salomé, va a la fiesta y Herodes le pide que baile para él. Este, al dejarse llevar por su pasión y su borrachera, le promete a cambio lo que ella quiera. Baila, y al terminar y sin dudar, le pide la cabeza del Bautista en una bandeja de plata, ante los ojos atónitos de todos y los de placer y asombro de su madre.
Herodes temeroso, con odio, pero ante la promesa hecha, cumple.
Salomé, al ver lo que hizo su perversión, entra en un estado de locura extremo, por su error, por el amor equivocado, por su vida equivocada, por la falta de amor que siempre sintió, y por la soledad, que como siempre era lo único que había a su lado, dejándose llevar hacia un trágico final.
Ficha técnico artística
- Autoría:
- Juan Manuel Bevacqua, Rolando Sosiuk
- Actúan:
- Victoria Almeida, Jazmin Bitrán, Mariana Cuyás, Alfredo Díaz, Rodrigo Fornillo, Marcelo Muñoz, Nancy Sarmiento, Rolando Sosiuk, Adrián Visiglia
- Diseño de vestuario:
- Alejandro Delahaye
- Diseño de escenografía:
- Marcelo Figoni
- Realización de escenografia:
- Juan Pablo Villasante
- Realización de vestuario:
- Mabel Roman
- Música original:
- Juan Manuel Bevacqua
- Letras de musicales:
- Rolando Sosiuk
- Arte:
- Marcelo Pellizari
- Entrenamiento vocal:
- Alejandra Ramos
- Asistente de producción:
- Susana Cardillo
- Asistencia de dirección:
- Marcelo Pellizari
- Producción ejecutiva:
- Natalia Briasco
- Producción:
- Gabriel Cardoso
- Coreografía:
- Natalia acevedo, Déborah Turza
- Dirección musical:
- Juan Manuel Bevacqua
- Dirección vocal:
- Daniel Landea
- Coordinación general:
- Natalia Briasco, Gabriel Cardoso
- Dirección:
- Sergio Perla
Clasificaciones: Musical
8 Opiniones del público
1 Histórico de funciones
- TEATRO SANTA MARIA (2004)
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