Niñas cálidas

Dicen que las almas que tienen cosas pendientes en este mundo quedan vagando por aquí. Eso lo sabe muy bien Sofía, que cada verano se reencuentra al fantasma de su amiga Inés en la casa de sus abuelos, en una isla del Tigre. Que cada verano intentan juntas reconstruir los hechos en un ajuste de cuentas tan profundo como adolescente. Porque Sofía está viva. Porque ambas tuvieron un mismo primer amor. Porque puede que haya habido una traición. Pero fundamentalmente, porque Inés está cansada de estar muerta y no poder descansar, de contar mosquitos que ya no la pican, cansada de no dormir el sueño eterno, en una muerte que la mata de aburrimiento.
Pero esta vez será diferente,se han organizado para llegar a ese lugar de la historia donde todo se confunde.

Está todo anotado, dividido en tardes fundamentales y una noche de carnaval. Creen que así se centrarán más en la reconstrucción, serán precisas. Creen que las miradas externas tal vez las obliguen a ser ellas mismas, a sincerarse como no lo han hecho hasta entonces, ha lograr finalmente deshacerse de culpas y rencores. Para que Sofía pueda vivir en paz, para que Inés pueda morir del todo, con olor a albahaca, con olor a río. Y un vestido de novia aferrado fuertemente en una de sus manos, aún después de muerta.