Eduardo III

Sumándonos al acontecimiento teatral de la edición de la primera traducción al castellano que lanzó Corregidor para toda para América Latina, tenemos el orgullo de ofrecerles EDUARDO III, la "nueva" obra de Shakespeare bajo la dirección de Mónica Maffía, responsable también de dicha traducción.
La trama gira alrededor del reclamo al trono de Francia del Rey Eduardo III que da origen a la Guerra de los Cien años y el surgimiento heroico del "Príncipe Negro" Eduardo, Príncipe de Gales, que pronuncia un desafío a futuras generaciones que aún reverbera en nuestros oídos.

"Desde hace más de 10 años atesoro en mi biblioteca un ejemplar de la "nueva" obra de Shakespeare EDUARDO III.

Habiendo particularizado en el estudio de Shakespeare durante mis años de aprendizaje en Londres y siendo éste el tema de mi tesis doctoral, apenas me enteré de la incorporación de esta obra al canon shakesperiano la encargué a la librería teatral French's de Inglaterra.

En ese entonces no estaba todo a mano por internet como ahora y la obra estaba agotada, de manera que me pusieron en lista de espera y .... bueno, esperé. Y mucho.

Alrededor de 6 años. Me temblaban las manos cuando finalmente recibí el libro, de solo pensar que la obra no se había traducido nunca al castellano, entonces empecé a trabajar sobre ese texto..

Ya he traducido del inglés isabelino en otras oportunidades, incluyendo los sonetos de Shakespeare de manera que me sentía cómoda con el material.

Pero no es lo mismo, ofrecer una nueva traducción del Sueño de una Noche de Verano o de Romeo y Julieta, a presentar algo que jamás había sido descifrado. Muy emocionante. Mientras tanto cursaba la carrera de Régie en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Dado que la actividad operística me atrapó de tal manera que trabajaba en 2 o 3 óperas al mismo tiempo, decidí postergar la puesta en escena hasta tener la disponibilidad de tiempo necesaria para prepararlo.

Recién en el 2005, se incorporó EDUARDO III en la segunda edición de las Obras Completas publicada por Oxford University Press.

En la Argentina, aún no hay conocimiento de esta gran novedad, de manera que próximamente saldrá editada por Corregidor, mi traducción al castellano de la obra.

Finalmente, opté por no esperar a tener tiempo, sino hacérmelo no comprometiéndome con ningún espectáculo lírico y decidí dedicar el 2009 al estreno latinoamericano de esta obra. El casting fue arduo ya que requería actores de gran inquietud intelectual, talento, excelente dicción, fuerte presencia escénica y espíritu independiente, que sumen su entusiasmo al mío, para formar una cooperativa tan grande por el puro placer de desentrañar los secretos de esta obra tan compleja y ofrecerla al público cuando estuviera lista.

Después de tanto pelear contra los molinos de viento para sacar esto adelante, llegó el momento y estamos muy felices. Esperamos que el público responda y disfrute el espectáculo, tanto como nosotros disfrutamos, estudiar la obra, los ensayos y ahora, finalmente, el momento soñado, el estreno."

Mónica Maffia

Sobre el argumento y puesta en escena

La trama de Eduardo III gira alrededor de dos líneas argumentales: el amor y la guerra, crónicas históricas y ficción romántica se combinan para producir efectos dramáticos. Ambas se entrelazan en una cuestión de derecho desde una perspectiva de género.

Eduardo III -por ser hijo de la princesa Isabel, hija de Felipe el Hermoso- hereda la corona de Francia, pero un grupo de rebeldes, no reconoce la línea sucesoria materna y usurpa el trono dando comienzo a la Guerra de los Cien Años.

Asimismo, la noticia de que el Rey David de Escocia invade el norte de Inglaterra dispara la segunda línea argumental: la pasión que Eduardo III siente por la Condesa de Salisbury lo ciega de tal forma que pierde de vista la línea que divide lo legal de lo ilegal, el bien del mal, lo justo de lo injusto y es precisamente en situaciones dramáticas que generan el dilema de mantener o quebrar promesas, donde se unifican las dos líneas argumentales.

El personaje de la Condesa y la pasión del Rey, generan una situación muy similar a la planteada por el mismo Shakespeare en su poema La Violación de Lucrecia, es decir, el abuso del poder patriarcal sobre el cuerpo de las mujeres. No es casualidad que la dramaturgia de Mónica Maffía haya vertido este texto en un unipersonal que representa desde hace 4 años. De la misma forma que Lucrecia al violador Tarquino, la Condesa de Salisbury le recuerda a Eduardo III los derechos del ciudadano y las obligaciones del gobernante, el respeto por la palabra dada, con firmeza y con majestuosa altura rechaza los avances sexuales del Rey que entra en razón y vuelve a concentrarse en los asuntos con Francia.

La tropa inglesa desembarca en Normandía. El rey de Francia ofrece tesoros a Eduardo de Inglaterra para que se vaya. Eduardo rechaza la oferta y los ejércitos entran en combate.

La obra va oscilando entre la lealtad y la traición tanto desde el plano político como el plano social. Contrastes de gran manejo del humor y paradojas de dolorosa intensidad abundan a lo largo de la obra.

En las llanuras de Crécy, el 26 de agosto de 1346 se inicia la batalla, que los historiadores consideran el fin de la edad de la caballería. Veremos también cómo Eduardo, Príncipe de Gales, hijo del rey Eduardo III, es ordenado Caballero tras participar en su primera batalla.

En su bautismo de fuego, el joven Príncipe de Eduardo Plantagenet, es rodeado por las tropas francesas, pero su padre -el Rey Eduardo III- prohíbe tres veces enviarle ayuda, para que se arregle solo y demuestre su valía. Y así sucede. El Príncipe llega exhausto con la cabeza del rey de Bohemia (aliado de Francia). Inglaterra gana la batalla.

En las afueras de Calais, comparecen ante el Rey Eduardo, seis franceses hambrientos y moribundos. En vez de matarlos, los perdona y les da de comer.. Pero cuando los habitantes de Calais anuncian que se rinden con la condición de que se respeten sus bienes, el rey ordena que se presenten ante él los seis más ricos de la ciudad, en camiseta y con una soga al cuello. Esta anécdota, inspirará a Rodin siglos después para realizar su composición escultórica LOS BURGUESES DE CALAIS.

Mensajeros de las tropas enemigas francesas hacen llegar al Príncipe Eduardo, tres afrentas: la primera, que él y cien nobles se arrodillen ante el rey de Francia para impedir entrar en batalla; la segunda, un caballo que le sirva para huir; la tercera una Biblia que le sirva para rezar antes de morir. El episodio se cierra con reflexiones acerca de la muerte, que proporciona el anciano Audley, de la corte inglesa.

Nueva batalla, esta vez en Poitiers. Una profecía advertía a los franceses de que cuando los asustaran las aves y las piedras llovieran del cielo, romperían filas y perderían. Efectivamente, unos cuervos que sobrevolaban los hace entrar en pánico y los ingleses sustituyen sus flechas por piedras. El Príncipe Eduardo gana la batalla, pero su amigo y consejero Audley es gravemente herido.

La obra cierra con una nueva cuestión de género en la falta de reconocimiento del poder de la Reina Felipa en tanto mujer del Rey Eduardo, de Copeland, un súbdito del norte, quien se niega a entregarle a ella su prisionero de guerra, nada menos que el rey David de Escocia.

La reina Felipa, esposa del rey Eduardo III, llega a Calais justo cuando su marido recibe a los seis ricos que pidió. La piedad de la reina y sus lágrimas, mueven al rey a compasión y los ciudadanos de Calais salvan sus vidas y la ciudad se rinde.

Finalmente, después de una falsa noticia de su muerte, se presenta el Príncipe Eduardo con su prisionero, el rey Juan II de Francia.

Eduardo III, intentando recoger el espíritu caballeresco del Rey Arturo, ordena a sus caballeros con una divisa azul que los compromete a hacer el bien, bajo pena de caer en la deshonra, en una concepción caballeresca del honor y del amor que sobrevuela toda la obra.

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