Domingo, 04 de Enero de 2015
Sábado, 12 de Marzo de 2011

Los mil nombres de María Camaleón

Por Mónica Berman | Espectáculo Loco afán

Como nubes nacaradas de gestos, desprecios y sonrojos, el zoológico gay pareciera fugarse continuamente de la identidad. No tener un solo nombre ni una geografía precisa donde enmarcar su deseo, su pasión, su clandestina errancia por el calendario callejero (...)” Pedro Lemebel.

Nominar a un conjunto “zoológico gay” pareciera ser un gesto duro, de rechazo, ¿homofóbico, tal vez? Pero no es así. Es el modo en que Pedro Lemebel, sujeto de la enunciación, construye su enunciado. Allí se posiciona, en un lugar de constante tensión, con el predominio de un humor abierto y constante. Pero sucede que se ríe del sida y de la muerte.
Aquel protagonista de las Yeguas del Apocalipsis (colectivo de arte que Lemebel fundó con Francisco Casas) siempre descentrado, siempre con un gesto transgresor y reflexivo, poético y conmovedor, surge desde Loco afán: crónicas de sidario.
Y aquí es donde se inscribe la inteligencia de Gerardo Bergérez, porque los textos de Lemebel, son fragmentos de vidas diversas que oscilan entre la primera y la tercera persona, entre el lenguaje francamente apocalíptico y soez y la poesía, entre la narración del acto cotidiano y la reflexión filosófica sobre la vida y la muerte. Con todo eso hizo Loco afán, la puesta en escena.
Cuando se baja a la sala de La Comedia (porque se baja, con lo que este gesto corporal implica), lo primero que se percibe es que nos inscriben como parte de ese universo.
El escenario está cubierto de telas y esa cobertura continúa bajando del escenario y por el pasillo entre las dos zonas de sillas. Para el espectador común es un simple acto de inclusión. Podría decirse que hay una búsqueda de plantear un sitio común (y esto se va a reiterar, porque los actores bajarán del escenario, caminarán en medio del público e incluso utilizarán laterales para la acción). Para el que conoce el Proyecto Nombres o Quilt, los significados se multiplican, como describe Lemebel “Familiares, parejas o amigos testimonian a modo de cartas artesanales, la memoria en punto cruz sobre la ropa del fallecido. (...) Para que no se extravíen, para que no se confundan en el largo viaje que emprende el deudo sidado”. Y entonces el testigo-espectador se pregunta: ¿habrá alguna prenda bordada con un mensaje para algún ausente?, ¿entre la utilería teatral se esconderá alguna ropa que haya sido hilada por las palabras de despedida?
El director toma múltiples decisiones: pasar de la narración de un acontecimiento a su representación, incluso cuando quien habla no habla de sí enmarcar los sucesos en una historia mayor sugerida para facilitar el cierre (como en el caso de la entrevista, que se corta porque la entrevistada se tiene que ir a trabajar ¿hay que usar comillas? ¿ “trabajar”?), incluir una sección musical que, mencionada en Loco afán, no puede allí convertirse en música por el soporte en el que se inscribe, ordenar las secuencias para terminar con la muerte de Loba Lamar (sumando y sumando humor en una situación que. en términos generales. sería del orden de la tragedia. El positivo del sida sólo puede leerlo como un positivo test de embarzo y la Loba supone que engendra la vida en lugar de la muerte).
Poner en escena Loco afán es un desvarío, una locura, una maravillosa locura en manos de este extraordinario elenco que, llevado por un director atento, supo hacer devenir palabras en gestos, en cuerpos, en telas pintadas, en pelucas, en voces...
La propuesta está armada de tal modo que uno duda de quién tiene enfrente. Cuando tiene alguna certeza (y mira el programa para asegurarse el nombre propio), inmediatamente un gesto vocal lo desconcierta y le confirma que el que actúa no deja en pie ninguna garantía. Y siempre se vienen con lo que uno no supone que vendrá. Cuando espera reír, conmueven, cuando espera conmoverse, le arrancan una carcajada. Y eso sí: no son políticamente correctos, porque es evidente que no cierran filas con los que hacen de estas cuestiones una bandera de lucha y no una parte de la vida.

Publicado en: Críticas

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