Presentamos el sexto estudio de públicos realizado en conjunto entre Fundación Alternativa y Enfoque Consumos Culturales: La función no se suspende. Consumos culturales y de artes escénicas en tiempos de crisis.

En esta investigación, analizamos las transformaciones de los hábitos de consumo cultural en general y de las artes escénicas en particular, con el fin de dimensionar el impacto de la crisis en Argentina en los patrones de participación y aportar conocimiento sobre las estrategias de adaptación de los públicos en tiempos de restricción económica. ¿Hay una redistribución del gasto y el consumo cultural? ¿Se han reconfigurado ciertas prácticas con el fin de sostener otras? ¿Quiénes mantuvieron la frecuencia de asistencia a salas y quiénes la redujeron? ¿Hay abandono de la concurrencia en una parte de los públicos? ¿Aparecen estrategias para paliar las restricciones?

El estudio se realizó a través de una encuesta online. La muestra fue no probabilística, con un tamaño de 1168 casos y el trabajo de campo online se realizó en la segunda quincena de mayo de 2025.

Durante el último año, la crisis en Argentina no solo afectó las condiciones materiales de vida, sino que también reconfiguró de manera profunda los modos en que las personas participaron de los consumos culturales. Las artes escénicas, en tanto prácticas que implican encuentro, desplazamiento, gasto y planificación, no quedaron al margen de este proceso. Según los datos de AADET (Asociación Argentina de Empresarios/as Teatrales) la concurrencia a salas comerciales había crecido fuertemente luego de la pandemia, alcanzando en 2023 la cifra de 2.919.220 espectadores (56% más que en 2019). No obstante, en 2024 se produjo un descenso del 12% y también cayó el indicador de asistentes promedio por función de 308 a 255. Por su parte, los datos de Alternativa también indican una caída del 12% en la cantidad de espectadores y una baja de 277 a 251 en el promedio de personas por espectáculo en 2024.

Decimos “crisis” fundamentalmente porque no se trata de un descenso circunstancial, como sucede a veces, sino de una caída sistémica cuya onda expansiva es difícil de dimensionar, pero que incluye proyectos que dejan de funcionar, trabajadores que ven caer su salario o son despedidos y, lo que nos ocupa en este estudio, públicos habituales y esporádicos que participan menos o abandonan la salida y potenciales nuevos públicos que encuentran más obstáculos para iniciar la práctica. Indirectamente, significa también que habrá menos personas discutiendo sobre una obra en un café, en un bar, y que se venderán menos cafés y menos cervezas. Un efecto dominó. Y bien: es una crisis que impacta en todas las actividades.

Situación económica actual y percepciones de deterioro

El 27% evalúa su situación actual de forma negativa (mala o muy mala) mientras que el 28% la considera positiva (buena o muy buena). Los mayores niveles de malestar se registran entre menores de 49 años, con énfasis en el rango de 18 a 29 años y crecen a medida que baja el nivel socioeconómico.

El 73% percibe un empeoramiento de su situación económica en el último año. La sensación de deterioro es transversal a todos los niveles socioeconómicos y grupos etarios, aunque algo mayor entre personas de 30 a 49 años y de sectores medio y bajo.

Las personas encuestadas redujeron gastos en diversos rubros, entre los que se mencionan principalmente las salidas gastronómicas y la indumentaria, seguidas de las salidas culturales. Solo el 4% no realizó ningún tipo de ajuste de gastos en los últimos 12 meses.

Impacto en salidas y consumos culturales

El 75% disminuyó sus gastos en salidas y consumos culturales en el último año por razones económicas. El ajuste es superior en las personas de nivel socioeconómico bajo y medio, aunque en el sector alto un 64% los recortó.

Un segmento importante intenta sostener los gastos culturales. Para el 42% tienen prioridad aún en el contexto económico presente. Por el contrario, un 18% no los considera prioritarios.

La reducción de la frecuencia de asistencia al cine y a recitales es mencionada por la mitad de los encuestados, mientras que dos de cada diez abandonaron estas prácticas. La disminución y la renuncia son mayores entre personas de nivel socioeconómico medio y bajo, mientras que la posibilidad de mantener las prácticas es superior en el nivel alto. La participación en museos revela una mayor estabilidad.

En cuanto a los cambios en el uso de las plataformas de streaming audiovisual pagas, observamos dos tendencias opuestas: 38% pudieron mantener los servicios, mientras que 40% debieron reducirlos, también con más énfasis en el nivel socioeconómico bajo.

El 54% abandonó actividades de formación como talleres, cursos, seminarios o carreras, al tiempo que el 67% descartó la idea de comenzar con alguna instancia educativa en el último año por razones económicas. El ajuste es superior en jóvenes de 18 a 29 años y en los niveles socioeconómicos medio y bajo.

Las restricciones en actividades y consumos culturales se traducen principalmente en sensaciones de enojo, frustración y tristeza.

Impacto en los hábitos de asistencia a salas de artes escénicas

El 95% asistió a salas de artes escénicas en el último año. El 60% lo hizo con una frecuencia intensiva (una vez al mes o más). Además, 78% son públicos experimentados, es decir, con más de diez años de antigüedad de concurrencia a salas. Solo el 6% interrumpió la práctica en el último año.

Hay un 11% que aumentó la frecuencia de asistencia a salas de artes escénicas en el último año, con una inclinación mayor en el rango de 18 a 29 años. Ese incremento se explica principalmente por un mayor conocimiento de la oferta o por haber comenzado talleres de artes escénicas o conocido personas con quien asistir.

El 62% disminuyó su frecuencia de asistencia, porcentaje que aumenta a medida que baja el nivel socioeconómico. La caída es superior también entre quienes evalúan su situación económica actual en forma negativa y entre personas que perciben que sus condiciones empeoraron en el último año. No obstante, la mitad de los públicos de nivel alto limitó la frecuencia. La disminución se justifica principalmente por el costo de las entradas y la necesidad de priorizar otros gastos.

Para el caso específico de la asistencia a salas de artes escénicas, los resultados revelan que, si bien el porcentaje de abandono es bajo y una parte de los públicos ha intentado sostener su participación —muchas veces a costa de resignar otros consumos o modificar sus rutinas—, hay una tendencia clara a la reducción de la frecuencia de asistencia, incluso entre los sectores que priorizan el gasto cultural o que evalúan positivamente su situación económica actual. Frente a este panorama, una parte importante de los públicos desplegó diversas estrategias para sostener la participación o amortiguar la disminución: uso de descuentos (87%), reducción de salidas gastronómicas asociadas a la actividad teatral (77%), preferencia por salas independientes (73%) o estatales (64%) por el menor costo del ticket respecto de las comerciales, profundización en la búsqueda de información sobre la obra antes de adquirir la entrada (65%) y opción por obras gratuitas o a la gorra (59%). Sin dudas, ese esfuerzo por no desconectarse del hecho artístico es, en sí mismo, un indicador de valor y merece ser acompañado y potenciado.

Este escenario interpela directamente a quienes diseñan, producen y gestionan proyectos de artes escénicas. Se trata de un reto que además adquiere mayor complejidad en un contexto de reestructuración y reducción de los organismos de fomento estatales nacionales para la actividad, cuyo impacto afecta especialmente en los proyectos independientes.

La crisis actual puede ser una oportunidad para revisar modelos de producción y circulación que presuponen públicos estables y disponibles. Esto implica pensar colectivamente -como siempre lo han hecho las distintas organizaciones del campo teatral- circuitos más diversos, entradas más accesibles, propuestas en territorios periféricos o no centralizados, dispositivos de mediación cultural y políticas que garanticen no solo la creación artística sino también el derecho a participar de ella.

Desde una perspectiva de gestión cultural, los resultados de este informe nos habilitan a insistir -como hemos hecho en las investigaciones previas- en que las políticas públicas y las iniciativas sectoriales no pueden pensarse sin un conocimiento profundo de las trayectorias, obstáculos y motivaciones de los públicos. Como siempre hemos sostenido, poner a los públicos en el centro no debe ser un slogan o una expresión solo retórica: en todo momento, pero sobre todo en tiempos de crisis, se convierte en una necesidad política, ética y cultural.

Te invitamos a hacer clic en este botón para descargar el estudio completo, su uso es libre y gratuito:

INFORME


Si querés compartirlo, podés usar este link directo: https://bit.ly/LaFuncionNoSeSuspende.


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